Esteban Estevez and his daughter Jaslyne Estevez practice the Las Moras dance outside La Casa de los Pueblos on the afternoon of Saturday, September 16, preparing for the Mexican Parade held on September 17. The Las Moras dance is a traditional indigenous dance from the town of Teopantlán in Puebla, Mexico. Photo by Ana Valdez Saravia.

Están a miles de kilómetros de distancia del lugar que alguna vez llamaban hogar, pero un grupo de migrantes y descendientes indígenas de México practican la danza de su pueblo nativo en el South Bronx.

En Mott Haven, adultos y niños indígenas migrantes del grupo Red de Pueblos Transnacionales se reúnen en la acera de la East 146th Street, coordinando sus pasos al ritmo de alegres melodías tocadas en tambores y flautas.

El grupo, también conocido como “La Red”, es parte de una organización sin fines de lucro con sede en Mott Haven, llamada La Casa de los Pueblos, que sirve como un puente hacia otras organizaciones de recursos para migrantes en Nueva York. Es un espacio donde los migrantes indígenas pueden encontrar comunidad a través de actividades que incluyen la danza.

En este día, los bailarines de La Red están practicando para su actuación en el Desfile de la Independencia de México que se lleva a cabo anualmente en septiembre.

“La cultura y la danza, en este sentido, son una forma de resistencia para ellos”, explicó María Ponce, directora ejecutiva de La Red, en resistencia a lo que han enfrentado: “existir en este monstruo que es Nueva York y todo lo que tienen que hacer, como trabajar duro, cuidar de sus familias y las diferentes presiones a las que se enfrentan a diario”.

La danza es Las Moras, que surgió durante la era colonial en México, es reivindicada por varias comunidades indígenas en Puebla, incluyendo Teopantlán, hogar de algunos miembros de La Red, especialmente su cofundador y migrante nahua, Esteban Estévez.

“Esa danza es única en Teopantlán. Es lo que se baila en todas las festividades del santo patrón”, explicó Estévez. 

“Se baila solo dos veces al año. La festividad del santo patrón solía ser la festividad de nuestros antepasados, donde nuestra gente subiría a una colina y se reuniría para pedir a los dioses lluvia y una buena cosecha”.

Estévez reconoce que Las Moras es muy diferente de otras danzas de los pueblos indígenas debido a la colonización que sufrió su comunidad. Las formas de baile que trajeron los españoles fueron impuestas a los indígenas y las mezclaron con movimientos tradicionales, convirtiéndola en parte de su identidad.

Estevez introdujo la danza para celebrar el día de su santo patrón con otros migrantes de Teopantlán. Y en 2017, cuando Estevez se unió al colectivo Casa de los Pueblos y fundó La Red, introdujo la danza en el grupo. Desde entonces, el grupo La Red ha participado en varios eventos culturales, incluyendo el Desfile de la Independencia de México, y esto les ha ayudado a construir una comunidad, especialmente para los miembros más jóvenes de La Red.

“Hemos utilizado la danza para acercarlos a nuestras raíces, a sus abuelos y familias”, dijo. “También hemos enviado a nuestros hijos nacidos aquí a México, para que sepan de dónde venimos y para que valoren”.

Los datos de la ciudad muestran que, en 2020, el 54,8% de los residentes del Bronx eran hispanos/latinos, el porcentaje más alto de cualquier condado, y el 30% se identificó como migrantes hispanos/latinos. En Mott Haven, sede de La Red, el 68% de los residentes se identifican como hispanos/latinos y hasta siete lenguas son habladas por residentes migrantes indígenas, incluyendo el mam, mixteco, náhuatl, otomí, q’anjob’al, tlapanec y zapoteca.

El idioma y la danza son formas clave en las que los migrantes y sus descendientes buscan preservar sus raíces, su propia identidad y acercarse a su cultura.

Este es el caso de Jaslyne Estevez, la hija de Esteban Estevez, quien, a sus 16 años, lidera el grupo de danza Las Moras y, a pesar de ser de la primera generación nacida en Estados Unidos, puede hablar un poco de náhuatl, la lengua de su padre.

“Llevo bailando unos ocho o nueve años. Mi padre y un amigo suyo de su pueblo, de Teopantlán, Puebla, me enseñaron los pasos de baile”, dijo Jaslyne. Ella siente que es igual de importante aprender el idioma. 

“Quiero seguir aprendiendo náhuatl para poder hablar con mi abuela, porque ella habla más náhuatl que español”.

Una nueva miembro de La Red, Irma García, se tomó un permiso en el trabajo para ensayar la danza antes del desfile, y dijo que estaba emocionada de participar, aunque la danza no pertenezca a su pueblo de Tenextepango en Morelos, México.

“Nunca debes perder tu cultura, siempre debes estar orgulloso de quién eres”, dijo García. “Hagámosles ver que somos muchos y tenemos muchas tradiciones que mostrar”.

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