Miguel, un inmigrante de México, ha sufrido varios problemas desde que comenzó a repartir comida en su scooter eléctrico por el sur del Bronx en 2014. Una vez fue derribado de su bicicleta cuando alguien abrió la puerta de un taxi de repente. Ha perdido tres bicicletas –un total de $5,000– debido a robos, dijo. Mientras tanto, sus ganancias netas diarias, a menudo, promedian menos de $15 por hora, lo que equivale al salario mínimo en la mayoría de los sectores de la ciudad, menos en el de los repartidores.
Las nuevas leyes de la ciudad que entrarán en vigencia en este año están diseñadas para ayudar a los trabajadores de reparto como Miguel. Las leyes crean más transparencia en torno a las propinas, mejoran el acceso de los trabajadores a los baños, les dan más control sobre las entregas y pronto establecerán un salario mínimo para el sector. Sin embargo, algunos dicen que se necesita aún más protección, particularmente con respecto a la seguridad de los trabajadores.
“Es importante tener acceso a los baños”, dijo en español Miguel, quien pidió no usar su apellido. Sin embargo, dijo que se debe hacer más para proteger a los trabajadores de reparto de la delincuencia y garantizar que reciban la atención médica necesaria.
El Concejo Municipal aprobó seis nuevas leyes en septiembre después de que The Workers’ Justice Project y Los Deliveristas, una coalición de trabajadores de aplicaciones, en su mayoría inmigrantes, lideraron una campaña de presión. La primera de las nuevas regulaciones, que entró en vigencia en enero, requería que las aplicaciones sean transparentes sobre cómo se distribuyen las propinas de los clientes y exigía que los restaurantes permitan a los repartidores usar los baños disponibles para los clientes.
La transparencia sobre las propinas es importante porque estas representan aproximadamente el 44% de las ganancias de repartidores de alimentos, según un estudio realizado por The Worker Institute de la Universidad de Cornell.
“Cuando las personas dan propinas, le están encargando a una computadora el trabajo de verificar que la transacción fue satisfactoria. Ahora estamos dejando muy en claro cómo va a funcionar la transparencia”, dijo Hildalyn Colón Hernández, directora de políticas de Los Deliveristas.
El Departamento de Protección al Consumidor y al Trabajador dice que los restaurantes pueden ser multados con hasta $500 por desobedecer el mandato de los baños. Los trabajadores pueden quejarse de denegación de acceso al baño en 10 idiomas diferentes llamando al 311, enviando un correo electrónico a [email protected] o llamando a la Oficina de Protección al Consumidor y al Trabajador. Dicha oficina dice que almacenará las quejas de los trabajadores en una base de datos, y está difundiendo información sobre las nuevas regulaciones a los trabajadores y los gerentes de restaurantes.
En abril, entrarán en vigor otras leyes que requieren que las aplicaciones den a los trabajadores bolsas aisladas después de completar seis entregas, proporcionen pagos semanales y permitan a los trabajadores controlar qué tan lejos desean viajar.
La ciudad está llevando a cabo un estudio sobre los ingresos de los trabajadores y, para principios de 2023, establecerá un salario mínimo por viaje. Actualmente, la mayoría de las aplicaciones como GrubHub y UberEats pagan a los trabajadores por el viaje. Solo unos pocos, como Relay y Chowbus, pagan tarifas por hora.
La seguridad vial es otra preocupación importante para muchos repartidores.
Manny Ramírez, un repartidor y organizador de Los Deliveristas, dijo que después de que fue atropellado por un automóvil en enero de 2021, la aplicación para la que trabajaba solo lo contactó para ver por qué no había completado su entrega.
“No les importó. Simplemente preguntaron: ¿Dónde está la comida? ¿Dejaste caer la comida?”, dijo.
Mientras tanto, Ramírez tuvo que pagar sus propios costos médicos y pasó cuatro meses en recuperación sin un estipendio, ya que los trabajadores de reparto, quienes son clasificados como “contratistas independientes”, no son elegibles para compensación laboral.
Historias de este tipo son comunes. Cuarenta y nueve por ciento de los repartidores de comida han tenido un accidente, y tres cuartas partes pagaron su atención médica de su bolsillo, según la encuesta de Cornell.
Organizadores como Ramírez dicen que los repartidores deben ser reclasificados como empleados, no solo para la compensación laboral, sino también para obtener el derecho a sindicalizarse. Los Deliveristas se autodenominan un “colectivo de trabajadores”, pero no tiene derechos legales como sindicato, por lo que no pueden convocar a una huelga.
El estatus de contratista independiente también significa que los trabajadores no son elegibles para el seguro de desempleo. Sin embargo, durante la pandemia, el Departamento de Trabajo del Estado de Nueva York dictaminó que los choferes de aplicaciones podrían considerarse empleados para fines de seguro de desempleo, un cambio que los defensores esperan que eventualmente se extienda a los trabajadores de reparto.
Otra cuestión importante es la seguridad de los trabajadores. La ciudad ha registrado un aumento en los robos de bicicletas eléctricas, que puede costar de $1,500 a más de $3,000, en los últimos años. Más de la mitad de los encuestados por Cornell había experimentado robo de bicicletas, y al menos dos repartidores en la ciudad fueron asesinados durante robos en 2021. Los repartidores de alimentos dicen que algunas áreas en el sur del Bronx son puntos de robo, como el área cerca del puente de Willis Avenue.
Miguel dice que cuando le robaron sus bicicletas, nunca denunció los delitos a la policía.
“¿Para qué? La policía llega tarde cuando la llamas. Y, además, no tenía papeles para demostrar que eran mías”.
En cambio, Miguel reportó los incidentes en un grupo de Facebook en español utilizado por los repartidores. Tales grupos se han vuelto populares como foros colectivos para compartir consejos sobre bicicletas perdidas y robadas. Sin embargo, Miguel no tuvo pudo recuperar sus bicicletas.
Colón Hernández, de Los Deliveristas, dice que se necesita más acción policial.
“Los deliveristas no son policías”, dijo. “No tienen el entrenamiento, la preparación. Incluso podrían ser asesinados”.
Traducido por Natalia Sánchez Loayza.